Tener dedicada una calle en Sevilla es
una gloria reservada a pocos... Como diría mi suegra:“Será”... La duda es
grande. Porque una ojeada al callejero demuestra demasiadas injusticias. Si
derribas las murallas te ponen calle en el centro de Sevilla. Si eres un dios
de la talla en madera le das tu nombre a un barrio alejado. Si haces el mejor
Cristo expirante del Barroco te dan un callejón. Hasta con nombre equivocado. Y
si has destacado por tu sabiduría te colocan en la antigua calle del Burro. La
ciudad es así...
11 de mayo de 1825. José Manuel de Arjona
y Cubas tomaba posesión de su cargo de asistente de la ciudad, en una época en
la que el alcalde hispalense todavía tenía el título de Ilustre. Todo pasa y
todo queda. Un rey de estatua olvidada, Fernando VII, nombraba unos meses antes
al nuevo asistente en estos términos: “Tengo a bien nombrar para que sirva,
también en comisión, la intendencia del ejército de Andalucía y la Asistencia
de Sevilla a Don José Manuel de Arjona, de mi Consejo Real y Supremo de la
Cámara, conservando la propiedad de estos destinos y dispondréis su
cumplimento. Yo, el Rey” .
Era Arjona de noble familia y tenía una
notable fortuna. La mayoría de sus contemporáneos destacó sobre todo su trabajo
infatigable para conseguir hacer de Sevilla un lugar que estuviera al nivel de
su importancia histórica. Es Velázquez y Sánchez, el autor de una de los
grandes almanaques de la ciudad, el que refiere toda su actuación. Reformó el
alumbrado, mejoró los servicios públicos, controló las edificaciones abusivas,
introdujo las aceras en muchas de las calles de la ciudad, realizó los jardines
del Cristina y los de las Delicias, inauguró el hospicio de niños y ancianos
que se situó frente al convento de Madre de Dios, mejoró la Alameda, el Arenal
y otros paseos. Problemas y reformas que nos hacen pensar que en la alcaldía de
Sevilla se repiten con frecuencia los mismos temas.
En su mandato incluso se recuperó la
cofradía del Santo Entierro con el esplendor de antaño, un anticipo de lo que
sería el renacer de las cofradías sevillanas a mediados del siglo XIX. Nacían
las cofradías románticas.
Fue Arjona un alcalde para la posteridad,
sin duda alguna. Ocho años de mandato (¿para qué más?) que pasaron a la
historia de la ciudad con un recuerdo imborrable, tanto, que hubo quien llegó a
definirlo como “el rey de las Andalucías”. La ciudad siempre tan hiperbólica en
sus alabanzas...
Decía Manuel Chaves, (no confundir), que
el Asistente Arjona fue a la vez “hombre de mando y hombre de mundo”.
Su ciudad no le dio la mejor calle..