jueves, 14 de mayo de 2015

Asistente Arjona


Tener dedicada una calle en Sevilla es una gloria reservada a pocos... Como diría mi suegra:“Será”... La duda es grande. Porque una ojeada al callejero demuestra demasiadas injusticias. Si derribas las murallas te ponen calle en el centro de Sevilla. Si eres un dios de la talla en madera le das tu nombre a un barrio alejado. Si haces el mejor Cristo expirante del Barroco te dan un callejón. Hasta con nombre equivocado. Y si has destacado por tu sabiduría te colocan en la antigua calle del Burro. La ciudad es así...

11 de mayo de 1825. José Manuel de Arjona y Cubas tomaba posesión de su cargo de asistente de la ciudad, en una época en la que el alcalde hispalense todavía tenía el título de Ilustre. Todo pasa y todo queda. Un rey de estatua olvidada, Fernando VII, nombraba unos meses antes al nuevo asistente en estos términos: “Tengo a bien nombrar para que sirva, también en comisión, la intendencia del ejército de Andalucía y la Asistencia de Sevilla a Don José Manuel de Arjona, de mi Consejo Real y Supremo de la Cámara, conservando la propiedad de estos destinos y dispondréis su cumplimento. Yo, el Rey” .

Era Arjona de noble familia y tenía una notable fortuna. La mayoría de sus contemporáneos destacó sobre todo su trabajo infatigable para conseguir hacer de Sevilla un lugar que estuviera al nivel de su importancia histórica. Es Velázquez y Sánchez, el autor de una de los grandes almanaques de la ciudad, el que refiere toda su actuación. Reformó el alumbrado, mejoró los servicios públicos, controló las edificaciones abusivas, introdujo las aceras en muchas de las calles de la ciudad, realizó los jardines del Cristina y los de las Delicias, inauguró el hospicio de niños y ancianos que se situó frente al convento de Madre de Dios, mejoró la Alameda, el Arenal y otros paseos. Problemas y reformas que nos hacen pensar que en la alcaldía de Sevilla se repiten con frecuencia los mismos temas.

En su mandato incluso se recuperó la cofradía del Santo Entierro con el esplendor de antaño, un anticipo de lo que sería el renacer de las cofradías sevillanas a mediados del siglo XIX. Nacían las cofradías románticas.

Fue Arjona un alcalde para la posteridad, sin duda alguna. Ocho años de mandato (¿para qué más?) que pasaron a la historia de la ciudad con un recuerdo imborrable, tanto, que hubo quien llegó a definirlo como “el rey de las Andalucías”. La ciudad siempre tan hiperbólica en sus alabanzas...

Decía Manuel Chaves, (no confundir), que el Asistente Arjona fue a la vez “hombre de mando y hombre de mundo”.

Su ciudad no le dio la mejor calle..

sábado, 2 de mayo de 2015

Jano y el derecho a la mentira




Has recordado los días en que la Casa de Pilatos se convirtió en la Jerusalén de los cruzados por el rodaje de una película de Ridley Scott. No pudo escoger mejor lugar, simbólico como pocos, evocador no sólo de Jerusalén sino de múltiples épocas históricas e, incluso, símbolo de nuestros días.

Las cruces de la fachada nos trasladan a la Jerusalén que conoció don Fadrique Enríquez de Ribera, el Marqués de Tarifa que peregrinó a comienzos del siglo XVI a Tierra Santa. El hecho fue recogido en la puerta de su casa, símbolo del primer turista peregrino del Renacimiento que mezcló su interés por la nuevas formas renacentistas con la ostentación del nuevo rico que te cuenta una y otra vez los viajes que ha realizado. Pero esa ostentación y el peso de la tradición de grandes casas sevillanas conformaron un palacio espectacular y ecléctico como pocos. 

Porque allí se respira el aire de Jerusalén. Pero también hay aires de la antigua Grecia: la diosa Atenea contempla desde una esquina del patio principal a través de una imagen que algunos atribuyen al propio Fidias. Es decir, Atenas y su Acrópolis en el centro de Sevilla. Junto a ella, Roma, simbolizada por una colección de bustos romanos que don Fadrique trajo de su viaje y que pertenecieron al mismo Papa. Roma en los bustos y Roma en la diosa Ceres, la diosa de la madre Tierra que nos contempla desde otra esquina. Pero también flota en el ambiente el espíritu de los primeros cristianos que representaron a Cristo como Buen Pastor, y el Renacimiento en los mármoles de los Aprile de Carona y en los alicatados de recuerdos musulmanes, y el medievo en la capilla gótica, y el barroco en el olor a cera de los penitentes que hacían el vía crucis a la Cruz del Campo. Roma y Jerusalén en Sevilla, Pilatos Hispalense. Metáfora de los tiempos actuales. En el centro del patio principal, en una fuente renacentista, la imagen de nuestros días: Jano bifronte. Un dios con dos caras, un dios que mira hacia delante y hacia detrás. Una divinidad romana a la que se consagraban las puertas, mirando al futuro y al pasado, dios de dos caras que mostraba una y escondía la otra, dios de la memoria y también de los proyectos. Dios del mes de enero, januario, origen de los Janeiro, si Jesulín se enterara... 

Parece que su origen era etrusco, el antiguo dios Kulsans. Has pensado que Jano simboliza nuestro tiempo. Decía Pico que al “tener ojos delante y detrás podía mirar al mismo tiempo las cosas espirituales y preocuparse por las materiales”. El mundo de las dos caras, la que se nos muestra y la que no: todo un Dios de nuestra época, la de poner una cara y la de esconder otra. Yin yan sevillano. La verdad y la mentira. El dios de los ministros de justicia de nuestro tiempo, los que viven de la Justicia y que defienden la mentira como un derecho. No sabemos qué cara ponerle. Sí sabemos cómo se nos queda la nuestra... Derecho, derecho, por aquí hay pocas cosas, que como no sea que Dios escribe derecho en los renglones torcidos... Torcido como nuestro mundo, país de pícaros donde los mangantes dan cursos en las universidades sobre cómo dar el mangazo...Verídico. Julián Muñoz impartirá una charla en la universidad: nunca llegó tan alta la vulgaridad del chorizo ni cayó tan baja la dignidad universitaria. Tiempo de dos caras. Tiempo de dobles caras, careros, carotas, caricatos y hasta de rostros carajotes. A un servidor se le ha quedado el último mencionado...