Las personas que más calor soportan en
Sevilla son el Papa, los reyes, el obispo y un fraile. No sólo en verano, sino
todo el año. Más que calor, están achicharraos. Y eso que están desnudos todo
el año. Ya no les importa que la gente se pare a mirarlos buscando un pajarito.
Niño, mira el pajarito...ay por Dios, las calores.... Se consumen en medio de
las llamas. Miran hacia el cielo. Se fríen de calor sobre un muro: el muro de
la Iglesia de San Pedro. Caliente, caliente. Rafaela Carrá al sevillano modo...
Allí, en un azulejo que realizó Juan
Oliver, aparecen, en el fuego del purgatorio, estos egregios personajes
mezclados con otros seres anónimos que piden piedad al cielo. Son ejemplo de
una antigua tradición católica: el recuerdo a las ánimas benditas. Su culto en
la Iglesia católica proviene de una reacción a las doctrinas de Lutero, que
negaba la existencia del purgatorio porque consideraban que la muerte de Cristo
había redimido ya al hombre del pecado. La reacción del Concilio de Trento fue
promover el culto a las ánimas benditas del purgatorio, lugar bien caluroso
según nos lo representaban grandes lienzos que presidían las capillas de las
hermandades de ánimas. La ciudad se pobló de capillas dedicadas a este culto,
unido a la devoción a la Virgen del Carmen, especial intercesora en estos
casos. Lo curioso del caso es que las hermandades de ánimas solían colocar un
retablo interior pero también uno exterior, normalmente de azulejos, para
aquellos momentos en los que estuviera cerrada la iglesia. Todavía hoy los
podemos encontrar en las fachadas de algunos templos, siempre con los mismos
personajes: las ánimas benditas, la Virgen del Carmen, los ángeles, la Corte
Celestial...
Hay retablos de ánimas antiguos como los de las parroquia de San
Juan de la Palma, bellos azulejos del siglo XVIII; o como el de la iglesia de
Santiago, realizado en estuco. Otras iglesias renovaron sus azulejos a lo largo
del siglo XX. Es el caso de las parroquias de Omnium Sanctorum, San Lorenzo o
San Pedro. Tenemos noticias de que la pared de la iglesia de San Pedro ya tenía
azulejo de ánimas en el siglo XVIII, colocado para evitar las fiestas que se
hacían en el lugar durante las noches de verano, quizás el precedente de
movidas actuales...
Los tiempos cambian pero hay cosas eternas,
como las llamas del infierno, que no el purgatorio. Hoy sólo algunas abuelas
rezan a las ánimas benditas. Ya no existe la figura del animero que pedía para
las ánimas benditas, aunque algún pueblo de Salamanca conserve la tradición.
Pero hay costumbres nuevas. Lo puede comprobar delante del azulejo de San
Pedro. Allí suele pararse el público a buscar un pajarito que si se encuentra
nos asegurará el casamiento. Aunque hay quien en día de calor se paró a
imaginar a algún político o algún empresario frito de calor entre las llamas.
No se te olvida. Hace algunos veranos. Un día como el de hoy. Apagones
generales de luz ... Y de aires acondicionados. En pleno siglo XXI. Hubo hasta
quien buscó cobijo en casa ajena. Recordó las palabras del mismísimo pajarito de
San Pedro: "Tened compasión de mí, al menos vosotro mis amigos..."
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